En Hungría se encontrarán con paisajes monumentales, viejos y nuevos edificios y una sorprendente vida natural, compuesta en algunas partes por árboles milenarios, que han sobrevivido millones de años.

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Fué en una noticia que se dio a conocer el sorprendente descubrimiento de unos científicos húngaros, que encontraron cipreses de pantano de más de ocho millones de años de edad. Según ví una vez en un documental de Discovery Channel, a los árboles se les medía la edad según la cantidad de anillos y según el grosor de su tronco. Mientras más anillos tenían marcados en el interior del tronco, visibles al cortarlo horizontalmente, más añoso era el árbol. Lo mismo dice el grosor, mientras más grueso el tronco del árbol, más añoso es el árbol.

Los árboles, al momento de descubrirlos, median entre cuatro y seis metros de altura y se estimó que su fecha de nacimiento data de la época del Mioceno, es decir, han pasado una barbaridad de años para estar allí, muy tranquilos esperando agua para beber y renacer.

Pero en estos milenarios cipreses, tenemos la particularidad que no se petrificaron, sino que se conservaron vivos, a pesar que el lugar donde habitaban ya no estaba con agua como deber haber sido originalmente.

Esos cipreses demuestran la osadía de la naturaleza cuando de sobrevivir se trata, se aferran a la vida a como de lugar, soportando tempestades y condiciones difíciles, aun cuando no tengan esperanza. Debe ser la esperanza, el atributo que les permite entrar en ese estado zen, o de hibernación y reposo que les permite sobrevivir ¿Qué opinan ustedes?.

Foto: sine-die

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